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viernes, 2 de mayo de 2014

TERAPIA DE SANACIÓN

      tErapia de meMORIA CELULAR






La terapia de memoria celular es una técnica que permite, de una manera directa, encontrar los orígenes de gran parte de los problemas físicos, emocionales y psicológicos para luego sanarlos.
Cada punto dentro de la memoria celular contiene la información completa del ser. Allí se encuentran registradas las experiencias vividas desde la concepción y las que conforman la herencia ancestral, las cuales originan las creencias que rigen nuestro comportamiento.
A través de procedimientos y herramientas específicos, se logra arribar a esa información para hacerla consciente y liberarla.
Para el inconsciente no existe el tiempo lineal (pasado, presente y futuro), toda experiencia registrada en él permanece como en tiempo presente. Cada recuerdo se encuentra afectando de la misma manera que en el momento en que sucedió. Por esta razón, los sistemas de creencias –propios y heredados– y los recuerdos con fuertes cargas emotivas que no fueron procesados continúan allí. Esta información conforma las causas de los bloqueos, las fobias, los miedos y todo aquello que nos impide avanzar en nuestros proyectos y deseos, limitándonos y condicionándonos, con el agravante de que lo hacen desde la “sombra”, ya que la mayoría de las veces, no somos conscientes de ello.
Es a través de la información registrada en el ADN, la manera en que percibimos nuestra “realidad”. Las creencias que hemos heredado y las propias influencian todo cuanto nos sucede: la mirada hacia nosotros mismos, las relaciones con otras personas, nuestra manera de encarar la vida.
Durante la sesión, el facilitador guía al consultante, que se encuentra en estado de plena lucidez, para que pueda descubrir las causas de sus bloqueos y lograr, también por sí mismo, la sanación.
El consultante “entra” en su memoria profunda liberando y haciendo conscientes los recuerdos. En este momento, reviviendo “la escena” es posible interactuar en ella y transformarla, sanarla.
Una vez liberado, el recuerdo permanecerá en la memoria, pero la información habrá sido modificada, por lo que su carga emotiva y condicionante desaparecerá.
Al finalizar la sesión, se retoman las actividades con total normalidad y en estado de calma y relajación, sintiendo además, como si se hubiese soltado una pesada carga.
Es importante agregar que el facilitador no realiza “interpretaciones psicológicas”, es el consultante, por sí mismo, quien encuentra, transforma y libera. La función del facilitador es la de guiar y contener amorosamente.
La terapia de memoria celular puede ser utilizada por cualquier persona que desee sanar dolores, miedos y bloqueos, y profundizar en su autoconocimiento.
Paula Di Croce
pauladicroce@gmail.com






                                                                     PROTOCOLOS





Recuperando el amor
      
Este protocolo es utilizado en situaciones en las que, al perder a un ser querido, ya sea porque ha fallecido o porque nos hemos separado, sentimos que una parte de nosotros se fue también; y no podemos recuperarnos de esa pérdida. Sentimos un vacío imposible de llenar, como si nuestra energía estuviese fraccionada.
Podemos identificar esa energía como el amor. Pero el amor que sentimos por alguien, es nuestro, nace de nuestra alma. Por lo tanto, estamos dejando una parte importante de nosotros unida a una situación que no nos devuelve lo que esperamos. Entonces, sentimos ese vacíos -que no tiene que ver con el dolor que debamos atravesar, el cual es absolutamente genuino y necesario-.

Esa energía que dejamos “pegada” en otra persona o situación, puede regresar a nosotros. Podemos volver a sentirnos completos, “llenos”.

Para ello, utilizamos el protocolo Recuperando el amor. A través de esta técnica, siempre con la guía del facilitador, nos comunicamos con nuestro plano inconsciente para reunir nuestras partes fraccionadas. Podremos experimentar un gran alivio al comprender alguna situación que teníamos confusa -siempre surgirá información que estaba “en la sombra”-; podremos interactuar con nuestro “personaje” y el del ser querido para expresar todo lo que nuestro corazón tenía guardado, y que tal vez, nunca había sido dicho.

Recuperando el amor nos traerá paz y le devolverá el estado de plenitud a nuestra alma. 
                                                         


El Corazón del Trauma

El objetivo de este protocolo es encontrar las causas, para quitar las raíces que mantienen vigente un determinado problema. 
Cuando sentimos que hay algo en nosotros que nos está impidiendo avanzar, tal vez repetimos una conducta, una y otra vez, pero no logramos entender el porqué; cuando no sabemos qué nos está bloqueando una situación en nuestra vida. Seguramente se debe a que el origen de esta situación está muy sepultada en el inconsciente, lo cual no significa que no influya de forma constante, porque como decíamos en el artículo anterior, para el inconsciente no existe el tiempo lineal (pasado, presente y futuro), toda experiencia registrada en él permanece como en tiempo presente. Cada recuerdo se encuentra afectando de la misma manera que en el momento en que sucedió.
Si por ejemplo, no logramos terminar una carrera; no logramos sentirnos seguros de nosotros mismos; sentimos que ciertas situaciones nos sobrepasan y no podemos accionar; tenemos temores que no comprendemos; o cualquier tipo de bloqueo que nos impida avanzar en nuestros objetivos pero desconocemos las razones que lo originan,  podemos realizar el Corazón del trauma.

Mediante la guía del facilitador, tomamos la situación específica que nos está molestando, la individualizamos, la descontextuamos y, mediante esta técnica, la trasladamos al plano inconsciente. El cual se abrirá y dejará emerger el recuerdo que nos revelará el origen de este bloqueo. 

Una vez allí, reviendo la escena, pero con una mirada elevada -ya que estamos en plena lucidez y contamos con el apoyo y la contención del facilitador-, podremos comprender y comprendernos; perdonar y perdonarnos; y realizar la sanación.
Inmersos en el recuerdo, que la mayoría de las veces, no estaba en el plano consciente, interactuamos con nuestro yo, que es visto desde fuera, y con los otros “personajes” que también se encuentren en “la escena”. Podremos realizar diálogos, hacernos preguntas; y las respuestas serán siempre información que nuestro inconsciente conoce, pero por alguna razón, no dejaba salir.

Así, reprogramamos nuestras creencias limitantes. Nos damos la posibilidad de cambiar y sanar. El recuerdo deja de tener esa pesada carga emotiva, que como dijimos, continuaba afectando nuestro presente en forma permanente.

El corazón del trauma nos ayuda a descubrir y descubrirnos.


Existen más protocolos en la terapia de Memoria Celular para abordar diferentes problemáticas. Mediante cada uno de ellos, se abre ante nosotros la posibilidad de la sanación y el autoconocimiento.


Paula Di Croce


pauladicroce@gmail.com
  

lunes, 27 de mayo de 2013



                  
                                   Como niños



En la infancia no hay prejuicios. Para el niño pequeño, el mundo es un lugar seguro y hermoso, en el que todo es simple y la naturaleza es funcional a sí misma.

El niño no se preocupa por la mirada ajena, llora y ríe al ritmo de sus emociones, las cuales fluyen sin resistencia. No intenta ser alguien diferente, no busca reconocimiento, no se siente inferior ni superior a ningún otro ser. Se expresa en libertad y se da por entero. Vive centrado y concentrado en el momento presente. Mira con los ojos bien abiertos para poder apreciarlo todo, con la expectativa simple del descubrimiento y la sorpresa. No siente culpa. Cree en la magia. Vive en plenitud y su estado natural es la alegría.

Para vivir de esa manera no necesita más que ser él mismo y vivir su inocencia.

Inocencia no significa falta de experiencia, ingenuidad. Según el diccionario de la RAE, es el estado del alma limpia de culpa; pero también es el deseo del bien común, es la mirada enfocada en la armonía natural del ser, la certeza de que todo es como debe ser, de que la vida tiende a la evolución.

Los niños de tres años pueden vivir su inocencia porque nace con ellos. Nace con cada ser, está en todos y en todo. Solo que, a menudo, se va tapando y queda escondida bajo capas y capas de miedos.

Pero la inocencia no desaparece, sigue ahí, esperando a que la liberemos. Tapada de miedos, sigue latiendo, deseando expresarse y manifestar sus colores. Para recuperarla es necesario conectarnos con nosotros mismos, con nuestra esencia pura, esa que no nos animamos siquiera a reconocer porque creemos que no “encaja” con nuestro entorno. Creemos que será herida si la dejamos salir porque el mundo es un lugar “demasiado duro” y no se puede vivir con el corazón expuesto. Entonces seguimos tapándonos, convencidos de que estamos a resguardo… ¿A resguardo de qué?, ¿de quién?

Lo externo responde a lo interno. Si nuestro interior está tapado de miedos, nuestro exterior será amenazante. Si nos liberamos de los miedos, desaparecerán las amenazas.
Si nos conectamos con nuestra inocencia y la dejamos expresarse, nuestro entorno nos devolverá lo mismo: armonía, confianza, certeza, evolución.   

Seamos como niños. Vivamos la magia.   

Paula Di Croce

 

jueves, 25 de abril de 2013





                  "Bienvenido aquello que somos hoy”




Todo el universo vibra dentro de cada ser.

En cada célula de nuestro cuerpo vive toda la información que necesitamos. En cada célula, la memoria de quiénes somos.

Somos hijos del Sol y de la Tierra, y como ellos, estamos en constante evolución.
Nada permanece estático, todo cambia, todo vibra.

Pero cuando nos aferramos, estamos resistiendo ese flujo. Estamos tratando de impedir nuestra propia naturaleza evolutiva.

Sin darnos cuenta, nos limitamos y nos enfocamos en un punto, dejando de “ver” todo lo demás.

Cuando nos aferramos, dejamos de ser libres, entregamos nuestra capacidad de decidir cómo transitar el camino, cómo ascender cada peldaño. Nos resistimos a recibir lo que está para nosotros.

El Universo nos habla y nos muestra su magia a cada paso. Para poder percibirla, solo debemos abrirnos, escuchar, sentir.

Escuchar al Universo y sentirlo es escucharnos a nosotros mismos, es verdaderamente, escuchar al corazón.

Para eso, es imprescindible estar en silencio en nuestra mente. Para distinguirlo, es imprescindible, acallar los juicios –que en su mayoría son ajenos a nosotros, vienen de otras voces atornilladas en nuestra mente desde mucho tiempo atrás-.
Para escucharlo, es imprescindible animarse a SENTIR.

Abrazar y dejarse atravesar por las emociones que tenemos escondidas. Reconocerlas, aceptarlas, vivirlas y vibrarlas en toda su intensidad.

Cuando nos resistimos a reconocer una emoción, no desaparece, se instala en un lugar y bloquea el flujo energético. Se esconde, pero se queda. 

Porque esas emociones, justamente las que no queremos reconocer, son nuestras mejores maestras. Son las que nos muestran quiénes somos. A través de ellas descubrimos qué nos afecta, qué nos mueve, qué deseamos realmente. Y así, conociéndonos y aceptándonos, descubriendo y entendiendo nuestras reacciones, logramos ir más allá. 

Para dejar de convivir con determinadas emociones, no sirve negarlas. Sirve aceptarlas, vibrarlas y aprender lo que quieren enseñar. Ver lo que vienen a mostrarnos de nosotros mismos. De esa manera, sí podremos avanzar un escalón, porque ya habremos entendido, ya no las necesitaremos, ya habrán cumplido con su valiosísima misión y podremos despedirnos de ellas.
 
¿Tú qué piensas? -preguntó Don Juan. 
Bueno, no sé. Nada más puedo decirle lo que sentí respondí.
Eso es todo lo que hay en realidad: lo que sentiste.

Las enseñanzas de Don Juan, Carlos Castaneda


A cada paso el Universo nos habla y nos muestra su magia… la nuestra, la magia que somos hoy.


Paula Di Croce

  
  






viernes, 29 de marzo de 2013

Ya es hora

                                                         

                                                          YA ES HORA




¿Por qué tanto miedo a mostrarnos tal como somos?

Creemos que si mostramos nuestra alma desnuda, seremos heridos.

Creemos que construir una muralla para escondernos detrás, nos protegerá; que al demostrar que somos vulnerables, quedaremos indefensos.

Dependemos de la aprobación de los demás para actuar, para llevar adelante nuestras vidas. La opinión del otro es más importante que la propia, incluso la opinión de personas desconocidas.

Esa dependencia nos va marcando un camino que no nace de nosotros, sino de las creencias que vamos acumulando acerca de cómo deberíamos ser y de qué deberíamos hacer. Y tomamos nuestras pequeñas y grandes decisiones bajo ese patrón de conducta. Dejamos que sea el miedo quien lleva el timón. El miedo al rechazo.

Finalmente, nos creamos una realidad que no tiene nada que ver con nuestra verdadera esencia. Y es entonces cuando descubrimos que somos un gran fraude. Que la muralla que creíamos que nos protegía, en realidad nos estaba aislando. Entonces nos creamos un profundo sentimiento de separación, de desconexión que nos deja en un espacio al que no pertenecemos. No somos nosotros. 

Somos miedo

Miedo a mostrar nuestra alma…
Como si nuestra alma fuera defectuosa; como si tener sentimientos nos convirtiera en inferiores.
Como si las emociones fueran vergonzantes; como si llorar fuera incorrecto.

Miedo a mostrar quiénes somos…
Como si ser quienes somos fuera antinatural; como si nuestros deseos y necesidades genuinas no tuvieran importancia.
Como si no fuéramos seres de Luz…

Miedo a perder…
Como si fuéramos seres incompletos; como si necesitáramos acumular y acaparar para SER.   

Entonces, somos y vivimos solo como una pequeñísima expresión de nuestro verdadero ser.

Toda la riqueza, la magia, las maravillas que tenemos dentro no se manifiestan. Y no se manifiestan porque no se atreven a derribar la muralla.

Ya es hora…


Es la hora de dejar salir todo lo que somos. Todo lo que tenemos para dar y para darnos, sin mirar quién está de acuerdo. -No importa, tarde o temprano, todos nos encontraremos-.

Es hora de desplegar toda nuestra magnificencia, todo ese potencial con el que vinimos a experimentar la vida.

Ya basta de escondernos… ¡SOMOS AMOR! 

Nada puede dañar nuestra alma porque es eterna.

Nada podemos perder porque somos TODO.    


Paula Di Croce 

lunes, 11 de marzo de 2013



                             Cerraré mis ojos



                                        
                                    Cerraré mis ojos para ver

             Me detendré para avanzar

             Penetraré el silencio para escuchar

             Dejaré de buscar para encontrar
        
             Viviré en mi sueño para despertar

             Me despojaré de mí… 
                      
                       para ser TODO


                                  Paula Di Croce




sábado, 9 de marzo de 2013


Ser
Por Laura Mastellone

Soy
mis sentidos         
dilatados hasta el estallido
(un yo liberado,
expandido al todo del ser)
ilimitada percepción
en la red universal.

Siento 
(en la piel de mis propias condenas)
cómo duele el infierno
de los que, mojados, esperan el fuego.

Oigo 
(en ecos de mi propios laberintos)
cómo brama la Tierra
por quienes, buscándose, olvidan el suelo.

Veo 
(en sombras de mis propios duelos)
cómo se encienden las luces
de los que, marchándose, regresan eternos.

Huelo
(en aromas de mis propias creencias)
cómo perfuman las verdades
de quienes, encubiertos, develan los misterios.

Saboreo
(en sinsabores de mi propio paladar)
la dulzura inconsciente
de quienes, amargados, niegan la miel.

Percibo 
lo que he sido,
lo que ha sido,
lo que soy.
Soy eso y soy vos,
siendo, soy y seré.
Somos uno.

Laura  Mastellone


jueves, 7 de marzo de 2013


Mi pregunta se silencia al comprender
Por Sol Vivas

¿Por qué creí que algo sería diferente en aquel encuentro?
Si las que conectan son las almas…
Otras acciones, otro contexto. Diferentes, bien diferentes.
Nada se repite dos veces de la misma forma.
Y aun así, ese haz invisible, que no logro distinguir de dónde te nace, me anida en el corazón.

¿Qué sería diferente en este nuevo encuentro?
Si lo que nos alegra es existir y existirnos…
Otra familia, otras caras. Diferentes, bien diferentes,
aventurados a seguir co-creando el amor.

¿Qué sería diferente en nuestro encuentro?
¿Decir algo que nunca se había dicho?
Y la personalidad… tan debilitada,
que la esencia se nos escapa por los poros,
y decir algo parece inútil.
Si las que conectan son las almas…
Porque me basta existir y, si a vos también te basta,
entonces nunca se necesita hacer algo especial.
Porque en la práctica del desapego,
se arma y se desarma todo con la misma facilidad.

¿Qué debería haber cambiado en este encuentro?
Si las acciones, los contextos, las familias y las caras
son solo excusas… para conectar las almas.
Y en nuestro vínculo comprendo los vínculos humanos.
En el detalle de la sonrisa o la seriedad
de reconocer al otro ser como otra alma.

Mi pregunta se silencia al comprender. 

Sol Vivas