Translate

viernes, 29 de marzo de 2013

Ya es hora

                                                         

                                                          YA ES HORA




¿Por qué tanto miedo a mostrarnos tal como somos?

Creemos que si mostramos nuestra alma desnuda, seremos heridos.

Creemos que construir una muralla para escondernos detrás, nos protegerá; que al demostrar que somos vulnerables, quedaremos indefensos.

Dependemos de la aprobación de los demás para actuar, para llevar adelante nuestras vidas. La opinión del otro es más importante que la propia, incluso la opinión de personas desconocidas.

Esa dependencia nos va marcando un camino que no nace de nosotros, sino de las creencias que vamos acumulando acerca de cómo deberíamos ser y de qué deberíamos hacer. Y tomamos nuestras pequeñas y grandes decisiones bajo ese patrón de conducta. Dejamos que sea el miedo quien lleva el timón. El miedo al rechazo.

Finalmente, nos creamos una realidad que no tiene nada que ver con nuestra verdadera esencia. Y es entonces cuando descubrimos que somos un gran fraude. Que la muralla que creíamos que nos protegía, en realidad nos estaba aislando. Entonces nos creamos un profundo sentimiento de separación, de desconexión que nos deja en un espacio al que no pertenecemos. No somos nosotros. 

Somos miedo

Miedo a mostrar nuestra alma…
Como si nuestra alma fuera defectuosa; como si tener sentimientos nos convirtiera en inferiores.
Como si las emociones fueran vergonzantes; como si llorar fuera incorrecto.

Miedo a mostrar quiénes somos…
Como si ser quienes somos fuera antinatural; como si nuestros deseos y necesidades genuinas no tuvieran importancia.
Como si no fuéramos seres de Luz…

Miedo a perder…
Como si fuéramos seres incompletos; como si necesitáramos acumular y acaparar para SER.   

Entonces, somos y vivimos solo como una pequeñísima expresión de nuestro verdadero ser.

Toda la riqueza, la magia, las maravillas que tenemos dentro no se manifiestan. Y no se manifiestan porque no se atreven a derribar la muralla.

Ya es hora…


Es la hora de dejar salir todo lo que somos. Todo lo que tenemos para dar y para darnos, sin mirar quién está de acuerdo. -No importa, tarde o temprano, todos nos encontraremos-.

Es hora de desplegar toda nuestra magnificencia, todo ese potencial con el que vinimos a experimentar la vida.

Ya basta de escondernos… ¡SOMOS AMOR! 

Nada puede dañar nuestra alma porque es eterna.

Nada podemos perder porque somos TODO.    


Paula Di Croce 

lunes, 11 de marzo de 2013



                             Cerraré mis ojos



                                        
                                    Cerraré mis ojos para ver

             Me detendré para avanzar

             Penetraré el silencio para escuchar

             Dejaré de buscar para encontrar
        
             Viviré en mi sueño para despertar

             Me despojaré de mí… 
                      
                       para ser TODO


                                  Paula Di Croce




sábado, 9 de marzo de 2013


Ser
Por Laura Mastellone

Soy
mis sentidos         
dilatados hasta el estallido
(un yo liberado,
expandido al todo del ser)
ilimitada percepción
en la red universal.

Siento 
(en la piel de mis propias condenas)
cómo duele el infierno
de los que, mojados, esperan el fuego.

Oigo 
(en ecos de mi propios laberintos)
cómo brama la Tierra
por quienes, buscándose, olvidan el suelo.

Veo 
(en sombras de mis propios duelos)
cómo se encienden las luces
de los que, marchándose, regresan eternos.

Huelo
(en aromas de mis propias creencias)
cómo perfuman las verdades
de quienes, encubiertos, develan los misterios.

Saboreo
(en sinsabores de mi propio paladar)
la dulzura inconsciente
de quienes, amargados, niegan la miel.

Percibo 
lo que he sido,
lo que ha sido,
lo que soy.
Soy eso y soy vos,
siendo, soy y seré.
Somos uno.

Laura  Mastellone


jueves, 7 de marzo de 2013


Mi pregunta se silencia al comprender
Por Sol Vivas

¿Por qué creí que algo sería diferente en aquel encuentro?
Si las que conectan son las almas…
Otras acciones, otro contexto. Diferentes, bien diferentes.
Nada se repite dos veces de la misma forma.
Y aun así, ese haz invisible, que no logro distinguir de dónde te nace, me anida en el corazón.

¿Qué sería diferente en este nuevo encuentro?
Si lo que nos alegra es existir y existirnos…
Otra familia, otras caras. Diferentes, bien diferentes,
aventurados a seguir co-creando el amor.

¿Qué sería diferente en nuestro encuentro?
¿Decir algo que nunca se había dicho?
Y la personalidad… tan debilitada,
que la esencia se nos escapa por los poros,
y decir algo parece inútil.
Si las que conectan son las almas…
Porque me basta existir y, si a vos también te basta,
entonces nunca se necesita hacer algo especial.
Porque en la práctica del desapego,
se arma y se desarma todo con la misma facilidad.

¿Qué debería haber cambiado en este encuentro?
Si las acciones, los contextos, las familias y las caras
son solo excusas… para conectar las almas.
Y en nuestro vínculo comprendo los vínculos humanos.
En el detalle de la sonrisa o la seriedad
de reconocer al otro ser como otra alma.

Mi pregunta se silencia al comprender. 

Sol Vivas

sábado, 2 de marzo de 2013


Caminantes


El camino se hacía cada vez más difícil de recorrer. No entendíamos por qué debíamos seguir subiendo. El guía era alguien muy difícil de abordar, demasiado hermético. Se molestaba con cada pregunta y sus respuestas eran escuetas, lo cual creaba mayor incertidumbre en el grupo.
Pero teníamos que confiar. No había otra alternativa. Era confiar en él o perdernos.
Ya hacía mucho tiempo que caminábamos, y casi todo el trayecto había sido cuesta arriba. La mayoría de nosotros estábamos agotados.
Tal vez, había más de un arrepentido. Sí, podía verse en algunos rostros.
Pero seguíamos al guía casi sin hacer comentarios. Era mucha la expectativa.

Finalmente, arribamos a una especie de gruta que, al parecer, no era muy frecuentada por seres humanos.
Comenzamos a penetrar en una caverna. El guía encendió una antorcha, nosotros, nuestras linternas.
El trayecto por el interior se no hizo más largo que el que nos había llevado hasta allí. Y cada vez costaba más. La caverna se hacía más húmeda y oscura, pero nuestros corazones se aceleraban y la energía se renovaba.
Las luces de las linternas se movían por las paredes, subían y bajaban, recorriéndolo todo.

Entonces, el guía se detuvo.
 —Aquí —dijo.
Todas las linternas enfocaron en la misma dirección.
Era una especie de puerta, que al ser empujada, se abría.
El guía se apartó para permitirnos el paso, lo cual creó una pequeña confusión. Algunos retrocedieron, hubo risas nerviosas. Nadie tomaba la iniciativa.
Pero no habíamos llegado hasta allí para no dar ese paso.
Ante nosotros estaba “eso” que tanto habíamos anhelado.
Entramos.
A partir de entonces comenzó el verdadero viaje.

                                           …………………………………..

De mis compañeros de grupo, no tengo noticias.

Yo sigo adelante, ahora me guía el camino.

No sé hasta dónde llegaré. Pero sé, que pase lo que pase, ya no puedo retroceder en este viaje… hacia las cavernas de mi mundo interior…



Estamos juntos en este viaje, como humanidad, como habitantes del mismo espacio en la misma línea de tiempo.

Tenemos una historia compartida, una memoria en común, arquetipos, paradigmas…
Formamos parte de un todo y TODO está en cada uno.

Pero la búsqueda es individual.

El camino de la evolución, la travesía hacia la expansión de la consciencia debemos hacerla en nuestro interior. Solo cada uno tiene la capacidad de entrar en las profundidades de “sus cavernas”.

Podemos acompañarnos, apoyarnos. Podemos viajar juntos. Pero cada uno descubrirá su propio paisaje. Cada quien dibujará su ruta, diferente, única.

Y toda ruta merece ser recorrida en libertad.

Deberemos ser conscientes de que cada uno avanza de acuerdo a su propia individualidad, su aprendizaje, su camino ya recorrido.

Deberemos recordar que nosotros mismos avanzamos al ritmo de nuestras posibilidades, y por tanto, reconocernos y reconocer a los demás como caminantes.

Tal vez, veamos que otros caminantes están detrás de nosotros. Cuando esto ocurra, no olvidemos que también estuvimos allí. Quizás no lo recordemos, pero tuvimos que haber pasado por los mismos parajes, cruzado los mismos puentes para poder estar hoy en el sitio en el que nos encontramos.

Yo soy otro tú, tú eres otro yo”, dicen los mayas.

Y cuando veamos a quienes nos aventajan y están delante, sepamos que pronto alcanzaremos esos horizontes; si seguimos en el camino, si nos damos el tiempo, el amor y el respeto que necesitamos.


Recordemos también que en cada caminante está el universo, por eso, lo maravilloso de este camino es que cada avance individual, cada logro evolutivo propio genera un avance colectivo. Un peldaño más para llegar al SER.

TODOS SOMOS UNO.


Paula Di Croce