Translate

jueves, 25 de abril de 2013





                  "Bienvenido aquello que somos hoy”




Todo el universo vibra dentro de cada ser.

En cada célula de nuestro cuerpo vive toda la información que necesitamos. En cada célula, la memoria de quiénes somos.

Somos hijos del Sol y de la Tierra, y como ellos, estamos en constante evolución.
Nada permanece estático, todo cambia, todo vibra.

Pero cuando nos aferramos, estamos resistiendo ese flujo. Estamos tratando de impedir nuestra propia naturaleza evolutiva.

Sin darnos cuenta, nos limitamos y nos enfocamos en un punto, dejando de “ver” todo lo demás.

Cuando nos aferramos, dejamos de ser libres, entregamos nuestra capacidad de decidir cómo transitar el camino, cómo ascender cada peldaño. Nos resistimos a recibir lo que está para nosotros.

El Universo nos habla y nos muestra su magia a cada paso. Para poder percibirla, solo debemos abrirnos, escuchar, sentir.

Escuchar al Universo y sentirlo es escucharnos a nosotros mismos, es verdaderamente, escuchar al corazón.

Para eso, es imprescindible estar en silencio en nuestra mente. Para distinguirlo, es imprescindible, acallar los juicios –que en su mayoría son ajenos a nosotros, vienen de otras voces atornilladas en nuestra mente desde mucho tiempo atrás-.
Para escucharlo, es imprescindible animarse a SENTIR.

Abrazar y dejarse atravesar por las emociones que tenemos escondidas. Reconocerlas, aceptarlas, vivirlas y vibrarlas en toda su intensidad.

Cuando nos resistimos a reconocer una emoción, no desaparece, se instala en un lugar y bloquea el flujo energético. Se esconde, pero se queda. 

Porque esas emociones, justamente las que no queremos reconocer, son nuestras mejores maestras. Son las que nos muestran quiénes somos. A través de ellas descubrimos qué nos afecta, qué nos mueve, qué deseamos realmente. Y así, conociéndonos y aceptándonos, descubriendo y entendiendo nuestras reacciones, logramos ir más allá. 

Para dejar de convivir con determinadas emociones, no sirve negarlas. Sirve aceptarlas, vibrarlas y aprender lo que quieren enseñar. Ver lo que vienen a mostrarnos de nosotros mismos. De esa manera, sí podremos avanzar un escalón, porque ya habremos entendido, ya no las necesitaremos, ya habrán cumplido con su valiosísima misión y podremos despedirnos de ellas.
 
¿Tú qué piensas? -preguntó Don Juan. 
Bueno, no sé. Nada más puedo decirle lo que sentí respondí.
Eso es todo lo que hay en realidad: lo que sentiste.

Las enseñanzas de Don Juan, Carlos Castaneda


A cada paso el Universo nos habla y nos muestra su magia… la nuestra, la magia que somos hoy.


Paula Di Croce

  
  






No hay comentarios:

Publicar un comentario