"Bienvenido
aquello que somos hoy”
Todo
el universo vibra dentro de cada ser.
En
cada célula de nuestro cuerpo vive toda la
información que necesitamos. En cada célula, la memoria de quiénes somos.
Somos
hijos del Sol y de la Tierra, y como ellos, estamos en constante evolución.
Nada
permanece estático, todo cambia, todo vibra.
Pero
cuando nos aferramos, estamos resistiendo ese flujo. Estamos tratando de
impedir nuestra propia naturaleza evolutiva.
Sin
darnos cuenta, nos limitamos y nos enfocamos en un punto, dejando de “ver” todo
lo demás.
Cuando
nos aferramos, dejamos de ser libres, entregamos nuestra capacidad de decidir
cómo transitar el camino, cómo ascender cada peldaño. Nos resistimos a recibir
lo que está para nosotros.
El
Universo nos habla y nos muestra su magia a cada paso. Para poder percibirla,
solo debemos abrirnos, escuchar, sentir.
Escuchar
al Universo y sentirlo es escucharnos a nosotros mismos, es verdaderamente, escuchar al corazón.
Para
eso, es imprescindible estar en silencio en nuestra mente. Para distinguirlo,
es imprescindible, acallar los juicios –que en su mayoría son ajenos a
nosotros, vienen de otras voces atornilladas en nuestra mente desde mucho
tiempo atrás-.
Para
escucharlo, es imprescindible animarse a SENTIR.
Abrazar
y dejarse atravesar por las emociones que tenemos escondidas. Reconocerlas,
aceptarlas, vivirlas y vibrarlas en toda su intensidad.
Cuando
nos resistimos a reconocer una emoción, no desaparece, se instala en un lugar y
bloquea el flujo energético. Se esconde, pero se queda.
Porque
esas emociones, justamente las que no queremos reconocer, son nuestras mejores maestras. Son las que nos muestran
quiénes somos. A través de ellas descubrimos qué nos afecta, qué nos mueve, qué
deseamos realmente. Y así, conociéndonos y aceptándonos, descubriendo y entendiendo nuestras reacciones, logramos ir
más allá.
Para
dejar de convivir con determinadas emociones, no sirve negarlas. Sirve
aceptarlas, vibrarlas y aprender lo que quieren enseñar. Ver lo que vienen a
mostrarnos de nosotros mismos. De esa manera, sí podremos avanzar un escalón,
porque ya habremos entendido, ya no las necesitaremos, ya habrán cumplido con su valiosísima misión y
podremos despedirnos de ellas.
−¿Tú qué
piensas? -preguntó Don Juan.
−Bueno, no sé. Nada más puedo decirle lo que sentí −respondí.
−Eso es todo lo que hay en realidad: lo que sentiste.
Las enseñanzas de Don Juan, Carlos
Castaneda
A
cada paso el Universo nos habla y nos muestra su magia… la nuestra, la magia que somos hoy.
Paula
Di Croce
No hay comentarios:
Publicar un comentario